miércoles, 28 de septiembre de 2011

MIS OBSESIONES II

Hubo un personaje que marcó mi infancia. En realidad ha habido muchos personajes que me impactaron durante mi infancia y quizás hable de ellos en otro momento, ahora me centro en uno que es el detonante de esta obsesión.
Mi personaje es una mujer que fue un icono de los años 50…Se llamaba, mejor dicho, se llama, porque vive todavía, Juliette Greco: actriz y cantante .

En aquellos tiempos era una mujer misteriosa, de voz cálida, vestía siempre de negro…y tenía un bonito pelo negro liso…muy liso, envidiablemente liso.
Me gustaba verla en las revistas –entonces no había TV- y me quedaba mirándola con arrobo, todas sus facciones, su pelo…negro, largo y liso… y me decía a mí misma que cuando fuera una chica me vestiría y peinaría como ella, me parecía increíblemente atractiva.

Y ahí empezó el conflicto…
Resulta que la madre naturaleza me había dotado de unas características que ni parecidas a mi ídolo infantil:


-Rubita, pero rubita-rubita, nada de medias tintas.


-Pelo híper-rizado, algo así como Lola Flores en sus buenos tiempos… pero en rubia.


¡¡Qué horror!! Cómo poder parecerme a mi querida Juliette Greco? Era materialmente imposible, inalcanzable…desoladoramente inalcanzable…
Pensé que al menos podría vestirme de negro pero mi madre no lo hubiera consentido, ninguna jovencita se vestía de negro en esos tiempos…hubiera parecido que estaba de luto y todos me consolarían creyendo que mi papá o mi mamá había fallecido… así que mi desolación era total.

Si al menos tuviera el pelo liso pues ya en algo me parecería a Juliette . En esto una amiga mía me dijo que eso era fácil que ella se planchaba el pelo. Lo que no me especificó es que se lo planchaba con la plancha de la ropa, nada de tenacillas modernas…plancha de la ropa normalita y sin vapor, que todavía no se había inventado.

Me maltraté el pelo pero llegue a sentir el morbo de tener el ¡¡pelo liso!!... ¡¡bien!! Algo había conseguido!!
En realidad no había conseguido nada, ni nunca lo conseguí. En los años 70 vino la moda hippie y se puso de moda los pelos muy rizados, rubios, y mira por donde a mí no me gustaba porque era precisamente lo que yo tenía y no me gustaba, no me parecía que había hecho nada en especial.

¿Veis a donde va a parar lo absurdo de las obsesiones?: Cuando te gusta una cosa no la puedes conseguir y cuando la puedes conseguir no te gusta...
Si es que no tenemos arreglo!!!

Han pasado tropecientos años desde entonces…y os puedo asegurar que todavía me gusta el pelo de Juliette Greco, y sus trajes negros, y su voz cálida y su cara angulosa…Pero... eso sí, me visto de negro cuando me da la gana.
Mirad y admirarla...










domingo, 25 de septiembre de 2011

"MIS OBSESIONES I"


"MIS OBSESIONES I"


Bueno, veréis…desde que tengo esta maldita tendencia a engordar y que durante mucho tiempo me obliga a darle toda mi atención al problema para evitar desbordarme de mi talla, me he ido fijando en mis “congéneras” – si…si…ya se…hablo con el corrector ortográfico que se ha puesto en rojo porque me dice que es incorrecto, lo que pasa es que no quiero que me tachen de poco “femenina”, mejor no provocar- y he observado cosas que normalmente nadie se fija o si se fijan es para decir a tontas y a locas esta tía está gorda o está flaca, o ni lo uno ni lo otro…es decir esas mujeres que no son el blanco de miradas porque están en una media llamémosle normal.
Hasta aquí todo en orden…y creo que todos estaréis de acuerdo, pero…hay mucho que analizar en esta premisa que he planteado.
Vamos a ver…¿Qué es ser gorda y que es ser flaca?...Esta es la cuestión…y nada fácil por cierto.
Analicemos:
¿Reconocer a una gorda-gorda es muy sencillo…Es una mujer que evidentemente le sobran unos 30 kilos o más y sus jóvenes, menos jóvenes o ancianas carnes se le desbordan por todas partes…Es decir ESTÁ GORDA, y punto. Aquí no hay más que hablar.
Pero no todas las gordas son GORDAS ni todas las flacas son FLACAS, me explico:
No sé si os habéis fijado que hay personas que están en un buen peso –gordas- pero no se le desbordan las carnes por ningún lado. Es posible que usen una talla especial pero no tienen ningún “michelín,” ni barriga, ni rollos por ninguna parte y hasta se les pudiera decir que tienen buena figura.
¿Es justo llamarlas GORDAS? Pues no…no lo es.
Pero si os fijáis bien en las que claramente son flacas…bien vistas muchas de ellas no lo son, tienen una talla muy pequeña…pero no lo son. ¿Por qué no lo son? ¡Ah!! Ahí está el detalle…lucen maravillosos michelinitos alrededor de su cinturita, su tripita destaca como si se hubieran tragado un meloncito y el sujetador se hinca en su espaldita. Eso sí, posiblemente usen una talla 40 o hasta menor, que yo las he visto, pero…¿se puede decir que son FLACAS?...No, no lo son.
Bien con estas caprichos de la naturaleza se me cruzan los cables y pienso que no se si quiero ser una gorda sin michelines o una flaca con ellos, me resulta agotador definirlas y rectificar cuando alguien me dice que tal o cual persona es gorda o flaca, así que para ello me he inventado una clasificación que no sé si es muy ortodoxa pero creo que define bien todas estas chorradas que os estoy escribiendo:



-Gorda con todos sus atributos de gorda:

GORDA



-Gorda de talla grande pero sin michelines ni barriga:

DELGADA EXPANDIDA



-Flaca sin nada de grasitas por ninguna parte de su flaco cuerpo:

DELGADA



-Flaca con michelinitos y barriguita:

GORDA REDUCIDA

Así creo que es más justo la denominación y se me quita un peso de encima cuando califico a una persona de talla grande pero de cuerpo bien formado de GORDA…es injusto por favor…
Y cuando veo a una chica muy chulita presumiendo de talla me digo…¿pero te has dado cuenta que no eres flaca?…¡¡solo eres una gorda reducida!!!...tía…


No es envidia…por dios que no es envidia pero…vamos!!, que ya está bien de que a una la miren con lástima…hombre!!!
¿o no?...
¿Cómo?..¿que qué soy yo?...pues gorda…si excesos pero con todos los atributos de GORDA…aspirando a ser una gorda reducida.


María Dolores Velasco


"CARTA A UN AMIGO"



Mi querido desconocido y sin embargo amigo:


Ayer te vi en TV y te aseguro que me impresionaste. Tu humanidad en estos tiempos que corremos no es muy habitual y menos en los medios televisivos.
Te vi en una acción altamente noble que, reitero, me impresionó.
Estabas tú al borde de un riachuelo cuando observaste que una pequeña avecilla, quizás fuera un polluelo casi recién nacido que se cayera de su nido, llamó tu atención al ver como esa pobre criatura, se debatía en el rio entre la vida y la muerte. La observaste unos segundos, quizás para reconocer qué era esa pequeñita cosa que se movía en el agua, tomaste en tus enormes manos una hoja grande y con ella trataste de que esa criaturita menuda se aferrara a la balsa que habías improvisado para su salvación. Ya a salvo la posaste en suelo firme y durante unos minutos te dedicaste a secarla muy tiernamente y cuidadosamente porque era muy pequeña y delicada, posiblemente cada uno de tus dedos era mayor que esa criaturita. Qué ternura, se adivinaba en tu rostro…amigo, tu acción me conmovió…
Esta maravillosa acción merecedora de todo el reconocimiento del mundo, tu ternura y madurez para realizar una labor semejante, hoy día, en que la crueldad para con las personas y ni qué decir con los animales ya ni nos impresiona porque los humanos somos así, cuando hay acciones repetitivas se nos hace costumbre y ya no nos conmueve nada por muy abyectas que sean nuestras acciones, ha sido un revulsivo en mi conciencia y motivo de asombro cuando, en realidad, si lo miras de cerca y sin prejuicios, es la acción más natural que un ser vivo puede realizar.
No creo que llegues a leer esta carta que con tanto amor y respeto te mando porque supongo que todavía no sabes leer porque nadie te ha enseñado ya que eres tan solo un gorila. Sí, amigo mío, tú eres un gorila de una especie no humana…¡¡que ironías tiene la vida!! Yo relato tu acción “humanitaria” y resulta que no eres humano… Esto me hace pensar…A lo mejor estas acciones no son humanitarias sino simplemente son acciones naturales de los seres vivos que se respetan, se cuidan, en una palabras se aman…porque el amor a la naturaleza lo llevan en sus genes.
Y entonces… ¿por qué la especie humana no “recuerda” estos genes? ¿Qué involución hemos sufrido los seres humanos para que ya no nos queden estos rasgos?
Mi amigo en el alma, tu bondad y respeto a un ser vivo por muy insignificante que sea me hace reflexionar muy profundamente sobre nuestro comportamiento humano…por llamarle de alguna forma, porque creo que ese calificativo de “humanidad” debe quitarse del diccionario como sinónimo de:
Sensibilidad
Compasión
Misericordia
Piedad
Bondad
Caridad
Filantropía
Amor al prójimo
Benignidad
Afabilidad
Mansedumbre
Benevolencia
Si cada uno de los “humanos” que pueden leer esta carta hicieran una pequeña reflexión sobre cada una de las acepciones que aparece en el diccionario seguramente que, o bien, decidiría que no son sinónimos de HUMANIDAD o, en el mejor de los casos decidirían cambiar para que estas palabras maravillosas se convirtieran en realidades…
Gorila, amigo mío, siempre te recordaré y, aunque nunca te podré conocer personalmente sabes que entre los que nos llamamos “humanos” tienes una gran amiga que te respeta y te ama.



Un fuerte abrazo
María Dolores Velasco



PD: puedes llamarme solo Dolores

"LA GATA DE MI VECINA"




LA GATA DE MI VECINA

Un buen día se cruzó un gato en mi vida.


Vivía yo en Sevilla en esos momentos, debía ser primavera y el ambiente ya olía a azahar. Me levanté por la mañana y al abrir las persianas me encontré con unos ojos verdes intensos rodeados de una piel brillante negra como la noche que me miraban atentamente…Era una gatita casi bebé, pero su mirada me impresionó, un tanto desafiante, como preguntándose quién era yo que osaba mirarla.
Yo vivía en un sexto piso y ella estaba al borde del pretil de la ventana de apenas unos centímetros que me producía vértigo verla allí, tan segura de sí misma…pensé que como era una cachorrita no se daba cuenta del peligro en que estaba y no le dije nada por no asustarla. Cerré las cortinas y ahí quedó todo…
Luna –que bello nombre- iba creciendo por días, eso lo podía constatar porque por los pretiles de las ventanas de su casa y de la mía llegaba a mi terraza y ahí se pasaba el día, había encontrado su casita, tranquila, sin niños, sin ruidos, era el lugar perfecto para descansar y hacer sus necesidades corporales completas: pipí, caquitas y hasta vomitaba…porque según decía su dueña “los gatos vomitan mucho” pero ni se inmutaba de que lo hiciera en mi terraza…
Yo ya había admitido resignada que la gata viviera de hecho en mi terraza pero no que pasara a la casa, así que tenía mucho cuidado para que no entrara, aún así una vez que tenía la ventana abierta para ventilar la casa, al entrar en mi dormitorio y abrir el armario salió de allí una especie de rayo negro que se fue por la ventana. Tímidamente de vez en cuando le comentaba a su dueña mi convivencia con su gata y me respondía que le encantaba meterse en los armarios… ¡Qué bien!...pensé yo con cara de acidez de estómago.
…¿Os fijáis que paciencia tengo yo?...¿Verdad?...pues sí la tengo, yo misma a veces me digo que estos empiezan a ser claros signos de envejecimiento porque ya esta cosas me resbalan, ¡¡con lo que yo era!!...si es que no somos nadie…
Sigo con la historia de mi gata…
Luna, como era natural, quería más, ya se le notaba que no era suficiente estar en la terraza, me quería poseer más…Ya no era un bebé, ya era toda una señorita preciosa, negra como el azabache con esas esmeraldas que me miraban penetrantes como queriendo traspasar mi mente y enterarse de lo que yo estaba pensando sobre ella. Era la misma dominación en persona, sutil, paciente, observadora y siempre desafiante…
Ella estaba en la terraza y yo la miraba desde la puerta de cristal, me estuvo observando a ver qué movimientos hacía yo, quieta, expectante, a ver que se me ocurría hacer. Como yo no hacía nada tomó la iniciativa de mover pieza, como en un juego de ajedrez y dio unos pasos hacia la puerta de cristal, quizás pensando que yo era un poco tonta y no la había visto. Al no tener respuesta ya me indicó claramente que quería entrar dando golpecitos con su patita en la puerta. No hubo respuesta por mi parte… Creo que ya si estaba convencida que yo era absolutamente tonta de remate y subiéndose a la barandilla de la terraza para alcanzar el pomo de la puerta, me señaló, tocándolo con su manita, por dónde debía abrirla…solo le faltó hablar porque la cara que puso es de estar pensando:
“¡¡So lerda!!! La puerta se abre por aquí…¿Cómo es que no lo sabes todavía?, ¿es que nunca has salido a la terraza?
Me vino a la memoria mi primer encuentro con Luna en el pretil de mi ventana a unos seis pisos de altura y yo sin atreverme a decirle nada para que no se asustase y se pudiera caer al vacío…¡¡que ilusa!!...

Estos gatitos lindos…

María Dolores Velasco


PASEANDO POR SEVILLA: "Real Fábrica de Tabacos de Sevilla"






PASEANDO POR SEVILLA: “REAL FÁBRICA DE TABACOS”


Amaneció un día espléndido. Desde muy temprano la luz llenaba la sala de la casa dando un ambiente optimista que invita a salir y poder absorber toda la belleza que posee esta ciudad, toda la luminosidad dorada tan exclusiva de Sevilla.
Está finalizando el mes de mayo y, aunque por estas fechas el calor ya empieza a dar la cara, hoy ha concedido tregua como si nos invitara a pasear y admirar las muchas cosas bellas que hay en Sevilla. Acepto su invitación y me lanzo a caminar por sus grandes espacios.
No llevo mucho caminando cuando llego al Prado de San Sebastián, bellísimo, luciendo unos espléndidos contrastes de colores que forman los naranjos plenos de sus frutos y las jacarandas en flor, bellos árboles, de corte elegante, cuajados de florecitas de color malva, frágiles flores que se deshojan y desprenden de sus tallos alfombrando la arena dorada, el “albero”, tan característico de Sevilla. Malva y dorado…como los colores que lucen los toreros en sus sofisticados ternos; es una combinación de colores tan bella que no tienes por menos que detenerte un rato a contemplarlo, a tratar de que los ojos…y la cámara, capten esa imagen que durará poco, tan solo unos días, la flor de las jacarandas es efímera…
¿Por qué las cosas bellas son a menudo efímeras?... ¿Será porque la contínua contemplación de la belleza nos llevaría a la costumbre y de ahí a no verla, no valorarla y no poder disfrutarla?
Sigo adelante y al salir del Prado de San Sebastián lo primero que se ve es un gran edificio, enorme, magnífico, majestuoso, señorial: es la Universidad de Sevilla. Me quedo un rato en contemplación desde lejos para poder verlo en su totalidad y, mientras, pensar todo lo que ese edificio ha sido hasta nuestros días. Me voy acercando, la rodeo durante un buen rato, es grande pero eso me da la oportunidad de ir poco a poco viendo diferentes ángulos del gran edificio. Se construyó entre los años 1728 y 1776 por mandato del rey Fernando VI para albergar la Real Fábrica de Tabacos de Sevilla. Fue el edificio industrial más grande de Europa. En él trabajaban 10.000 personas y su construcción se encargó a unos arquitectos militares que le dieron ese aire de fortaleza.
Fue no hace muchos años (1950) cuando dejó de ser fábrica de tabacos y pasó a ser la sede de la Universidad de Sevilla. Actualmente sigue siéndolo aunque solo está el Rectorado, Derecho y alguna disciplina más.
Llama mi atención el foso que lo rodea como si se tratara de una fortaleza inexpugnable. ¡Bien guardados estaban los tabacos!.
El tabaco se introdujo en Europa por Sevilla y fue la primera fábrica que se construyó en Europa, de ahí quizás tanto despliegue de seguridad. Hoy día el enorme foso que rodea todo el edificio está vacío de agua, pero lo han ajardinado de forma que parece que los arbustos y pequeños árboles hayan crecido naturalmente, como si de maleza se tratara, obteniendo un buen resultado ya que, sin perder su severidad, tiene un toque melancólico y poético que resulta muy agradable.
Rodear la antigua fábrica de tabacos de Sevilla lleva su tiempo, es el edificio de mayor planta después del Monasterio de El Escorial, es decir, enorme. Y así estuve más de una hora contemplando detalladamente sus cuatro fachadas cada una con sus magníficas portadas que dan paso al interior, sus ventanas, sus rejas de hechura austera propia de un edificio industrial y que le da un toque de contraste con las suntuosas portadas.
Me siento en unos bancos de piedra del jardincillo del exterior a fantasear sobre lo que tengo delante de mis ojos y parece que veo salir a las trabajadoras, las famosas cigarreras de Sevilla; pienso… ¿por qué mujeres y no hombres? ¿Será porque las manos de las mujeres son más delicadas para un trabajo tan minucioso como es la labor artesana de hacer cigarros, o será que al elaborarlo una mujer deja en ellos parte de sí misma como si de un afrodisíaco se tratara? No me hagáis mucho caso que a veces fantaseo demasiado.
Salen con sus caras cansadas fumando uno de esos cigarros que ellas mismas elaboran. Son bulliciosas, desenfadadas, coquetas, pendencieras. Charlan, comentan, ríen, riñen… Están vivas.
Entre ellas destaca una bella mujer; tiene la hermosura de su raza gitana: belleza, empaque, tronío, carácter, fuerza. Ella es Carmen, la protagonista de la novela de Próspero Mérimée. Mujer que mueve grandes pasiones, no deja insensible a los que la rodean, es el referente de la mujer pasional, fuerte y débil a la vez, la que sabe amar y la que sabe ser la perdición de los hombres, personaje atrayente que desencadena uno de los dramas más tremendos de las historias de ficción. Bizet le pone música y crea la ópera “CARMEN”, bella música para una bella mujer rodeada de todos los tópicos españoles: la gitana, el torero, el militar, el bandolero…Pues aún así, CARMEN sale indemne de todos esos tópicos porque su fuerza, su música, y su propia historia hacen de ella una gran obra.
Por cierto, tengo datos de que esta historia la contó la Condesa de Teba, madre de Eugenia de Montijo (esposa de Napoleón III) a Próspero Mérimée y se quedó tan prendado de semejante leyenda …o ¿historia real?, que la dejó para la posteridad en su libro “CARMEN”.

MARIA DOLORES VELASCO

"...Y UN DÍA ELLA"










..."Y UN DÍA ELLA"


...Y un día ella, mi amiga del alma, escuchando a Mozart como era su costumbre mientras tejía... se quedó dormida para toda una eternidad.


Amiga mía... qué hermosa forma de enlazar este mundo con esa otra dimensión eterna.


Hoy he recordado con intensidad estos lugares mágicos que fueron testigo de aquellos tiempos felices.



María Dolores Velasco

CUENTO DE PRIMAVERA: "La ventana abierta"


CUENTO DE PRIMAVERA: "La ventana abierta”



Suena el despertador, ella abre los ojos y se dispone a afrontar las tareas de todos los días. Como era su costumbre corrió las cortinas, abrió la ventana y todavía con los ojos medio abiertos, respiró el aire fresco que le proporcionaba la mañana, de pronto sintió algo diferente, extraño, que le produjo una nueva sensación. Abrió bien los ojos y observó que el cielo era de un hermoso azul brillante con delicadas nubecitas flotantes, los árboles lucían en un verde intenso, hermoso; se fijó que unos pajarillos saltaban graciosos de rama en rama, piando alegremente, al manzano le habían salido unos brotecillos blancos, las adelfas apuntaban ya sus flores queriendo salir, y allá arriba en el cielo, el Sol lucía como si fuera una gran bola de fuego que la deslumbró obligándola a cerrar los ojos. Se quedó extasiada un buen rato observando lo que la naturaleza le mostraba, estaba incluso confusa por tanta belleza a su alrededor y no comprendía cómo no se había dado cuenta hasta hoy de todo lo que la naturaleza le ofrecía a diario.
Todos los días hacía los mismos movimientos, todos los días corría las cortinas y abría la ventana para ventilar el dormitorio, eran movimientos reflejos, movimientos debidos a la costumbre, sin más emoción ni interés y hoy, inexplicablemente, se dio cuenta que detrás de esos visillos y de esa ventana había un mundo que la saludaba agradablemente, pleno de color, de luz, un mundo que palpitaba lleno de vida.
La mujer se quedó unos minutos observando todo aquello tal cual si fueran cosas nuevas, lo nunca visto, fenómenos no comunes de la Naturaleza y al cabo de un rato esbozó una sonrisa en su rostro, se sintió más ligera, como si hubiera adelgazado unos cuantos kilos o quizás, como si hubiera rejuvenecido muchos años… y su mente la llevó a esos años juveniles donde todo era bello, todo luminoso, donde todo era motivo de reír y disfrutar, y en esos hermosos pensamientos se quedó un buen rato absorta.
Se dio cuenta que desde hacía años no sonreía, y si lo hacía era por cortesía pero sin entusiasmo, su energía estaba ensombrecida por muchas cosas que había ido perdiendo por el camino de la vida sumiéndola en una tristeza habitual que la transformaba en un ser apenas sin emociones, sin ganas ni interés por nada, actuaba solo por cubrir necesidades.
La enfermedad había anidado en su alma y la estaba minando día a día, lentamente, sutilmente. Si, hacía su vida “normal”, cuidaba de su familia, iba al trabajo, parecía que era feliz…pero sólo lo parecía.
El desamor es una enfermedad que nadie nota pero que mina el alma y destroza la vida de la persona que lo sufre. Poco a poco se iba acostumbrando a vivir así, porque el desamor es una enfermedad que transcurre casi sin síntomas, cada día se va instalando en el alma, hoy un pequeño detalle, mañana una reacción rara, diferente, se piensa que son susceptibilidades de una misma, y así poco a poco va minando el alma. No quería pensar en ello, se consolaba con autodefinirse como “una huérfana de afecto” y no pensar más. Al cabo de los años se fue dando cuenta que envejecía por dentro, que su vida era oscura, sin brillo y comenzó a inquietarse y pensar que había que tomar cartas en el asunto, que no podía seguir así, ella tenía que buscar los medios para volver a sentir la vida por sus venas…
Suena el despertador implacable que interrumpe ese sueño maravilloso donde había mucha luz y colores…y pájaros que piaban alegremente…Desde hacía años sus sueños eran en tonos grises y casi siempre de noche. Una sonrisa iluminó su rostro…


La primavera estaba brotando en su alma.


María Dolores Velasco





CUENTO DE INVIERNO: "humanos"


CUENTO DE INVIERNO: “Humanos”

Amaneció un día muy frío; el aire se colaba por la rendijas del habitáculo y al pasar por ellas producía un sonido peculiar como si se tratara de una musiquita silbada que a Kenac le llamó la atención, tanto que estuvo un ratito escuchando el sonido entre divertido y amenazador. Consciente de los peligros que eso conlleva se dirigió a su compañero inmediatamente y le instó para que se abrigara y se cuidara porque el día amenazaba ser muy duro. Le despidió con una sonrisa mientras acariciaba su rostro y él le correspondió con una caricia en su pelo.
Konzo era un muchacho fuerte que no le temía a nada, estaba acostumbrado a salir con un tiempo infernal. Desde que nació no había conocido otra forma de vivir, ni el viento helado, ni la lluvia ni la nieve le intimidaban, tenía que cuidar de su familia y era obligado salir a buscar el alimento cosa no muy fácil ya que el mal tiempo obstaculizaba la búsqueda. Se cubrió con las pieles que había cazado y, orgulloso de su valor y de su fuerza, salió a enfrentarse con todo lo que se pusiera por delante.
Deambuló por los campos en busca de alimento que llevar a su familia pero apenas encontró alguna pequeña pieza que, al igual que él, andaba buscando algo que poder llevarse a la boca. Eran tiempos difíciles, todos tenían hambre, la comida era escasa y se imponía la ley del más fuerte, “el pez grande se come al chico” así que Konzo dio un certero golpe sobre su pieza y pensó que había sido por hoy un ser afortunado.
Kenac, mientras tanto se ocupaba de cuidar a sus hijos y velar para que el fuego no se extinguiera. No era tarea fácil si el fuego se llegara a extinguir y por eso todos los miembros del clan tenían como trabajo principal el mantenimiento del preciado fuego. Era su subsistencia.
La noche empezaba a asomar, la luna se ocultó y la oscuridad se hizo fantasmal. Konzo apuró el paso para llegar lo antes posible a su refugio y ya sólo pensaba en acomodarse junto a los suyos ante el fuego y repartir entre todos lo poco que había podido cazar.
La luz que desprendía la fogata teñía toda la estancia de un color dorado. Las paredes de piedra tomaban formas diversas al movimiento de las llamas y se divertían adivinando en ellas perfiles de animales o de personas, como cuando se observan las nubes y se adivinan en ellas formas diversas. Algunos se atrevían a resaltar los rasgos de la misma piedra e incluso se atrevieron a colorear con semillas y frutos que machacaban y así obtener material de pintura. Otros trataban de pintar en las piedras más lisas escenas de esas reuniones alrededor del fuego.
Todas esas cosas les divertían y así, de esta manera tan sencilla nuestros antepasados primitivos iban sobreviviendo día a día, noche a noche, con una sola idea: la supervivencia.
La hoguera va perdiendo su fulgor, los ancianos se acurrucan unos con otros para no perder el calor de sus cuerpos, los más jóvenes se acomodan por la estancia y Konzo y Kenac reúnen a los más pequeños bajo las pieles que su padre valientemente ha obtenido. El sueño les invade y alguien todavía despierto va imitando como un susurro el crepitar del fuego.

María Dolores Velasco

CUENTO DE OTOÑO: "Casi humanos"





CUENTO DE OTOÑO: "CASI HUMANOS"

Hoy ha salido el sol, es de esos días tranquilos y apacibles con una buena temperatura, lejos ya del calor asfixiante del verano que tanto me molesta. Me siento feliz contemplando el verdor de estos campos que me invitan a corretear como en mis buenos tiempos juveniles. Todavía, a pesar de mis años, tengo agilidad para caminar y hasta me atrevo a corretear sin dañar mis huesos ya un poco caducos.

Qué placer es poder percibir el olor de la hierba, ese olor tan agradable y tan variado que se puede encontrar por estos campos. Me hace recordar cuando era pequeña y retozaba en el pueblo con mis hermanas, qué tiempos pasados, qué maravilloso era jugar libremente revolcándonos en la hierba fresca y verde viendo como las ovejitas nos miraban con ojos inexpresivos…jajajaja…era divertido verlas amontonadas pastoreadas por nuestra madre a la cual le tenían un gran respeto.

Uff!, que cansada estoy, me voy a recostar al pié de este árbol para descansar y poder seguir contemplando el campo que tanto me gusta. Desde aquí veo pasear tranquilamente a mi familia y contemplo como a ellos también les encanta pasar por estas alfombras verdes.

Mi familia es muy especial para mí, sin ellos no podría vivir, me quieren muchísimo, me miman y me cuidan todos los achaques que ya empiezo a tener, porque día a día y mes a mes el tiempo va pasando y hoy te sale una canita de nada y cuando te das cuenta tienes el pelo casi blanco que, unido a los problemas digestivos, de la vista y cosillas que van saliendo, poco a poco se da uno cuenta que el tiempo pasa muy rápido y no acabas de haber sido una joven bella cuando te das cuenta de que ya no eres ni joven ni bella…bueno, dice mi familia que soy la más bella entra las bellas…pero no me lo creo mucho, la vejez es la vejez y , aunque digan “la que tuvo retuvo…”, no es lo mismo.

Desde este lugar a la sombra del árbol observo a María y a José que pasean plácidamente. María es la que me cuida, tierna y amorosa, me dice palabras cariñosas, me besa en la frente con tierno amor y atiende todas mis necesidades…¡si hasta me canta canciones como las que le cantaba a sus niñas cuando eran pequeñas!… Ella es la que me pone música porque sabe que me gusta mucho, sobre todo las musiquitas "tranquis"…esas me encantan, me relajan. Para él, quizás, sea el ser más importante en estos momentos; me acompaña a pasear, me dice palabras tiernas y amorosas, me entretiene con juegos divertidos. Bien pensado creo que soy muy afortunada por tenerlos y convivir con ellos.

En las tardes de otoño cuando ya el día es más corto María y José charlan comentando las noticias del periódico o de la tele, o simplemente de sus cosas, de sus hijos…yo me adormezco oyéndoles y me encanta estar así, lo que se dice “en familia”.

No se si soy consciente de la suerte de tener una familia como la mía pero lo que sí se es que me siento muy bien con ellos.


- José, ¿te has fijado que sueño apacible tiene Linda? Fíjate que carita de felicidad, parece que estuviera soñando algo bello porque su rostro se ilumina y tal parece que sonriera… Debe estar soñando que corretea por el prado, mira como sus patas se mueven accionándolas como si corriera…

- ¡Linda!, ¡Linda! Mi bella…bella entra las bellas…¿Soñaba mi perrita? ¿Qué soñaba ella que su carita sonreía? ¿Te das cuenta, José, que a veces los perros son casi humanos, esa mirada de humanidad que tienen me conmueve…

- Ven!, mi niña-perrita, que ya nos vamos para casa.

Cada uno, en silencio, saborea el regusto de haber tenido una tarde agradable mientras caminan con paso tranquilo hacia el hogar.

Maria Dolores Velasco

"UN RAYITO DE LUZ"





UN RAYITO DE LUZ


Era el mes de abril en Madrid. Todavía se sentía algo de frío pero hacía un día soleado como si nos quisiera anunciar que la primavera estaba ya en el calendario.
Me gusta el transporte público sobre todo cuando hay que ir de un sitio a otro dentro de esta gran ciudad, es más rápido y sobre todo es más higiénico para la salud mental, el estrés, subidas de la tensión arterial y todas esas cosas que nos pueden ocurrir al ir en coche por el centro de estas grandes ciudades.
El autobús estaba lleno; eran más o menos las siete de la tarde y todavía de día y con sol. Iba yo muy entretenida mirando el itinerario por donde nos llevaba el autobús pasando por todo en centro de Madrid: la plaza de la Cibeles, el edificio de Correos, regio, recibiendo el sol del atardecer de frente que le daba un color dorado precioso, el Banco de España, la Gran Vía llena de gente … toda una visita turística.
En algún momento pasé de disfrutar del paisaje a fijarme en la gente que viajaba en el autobús. Es interesante observar a la gente; sus gestos, las formas de vestir, tan diversas etnias…Se puede casi adivinar los pensamientos de la gente por la expresión de sus rostros. A veces se ve gente muy joven con un rictus de dolor o preocupación que les hace aparentar mucha más edad y me conmueve que la gente joven pueda pasar por malos momentos de trabajo, de salud o problemas familiares que se van como marcando a fuego en sus rostros; arrugas de expresión que son las marcas del alma.
Estaba yo en estas cuando mis ojos toparon con los ojos de un ser muy especial. Era una jovencita, no más de 16 o 17 años, con una carita bella, una expresión serena que esbozaba una sonrisa o quizás era tan bello su rostro de apenas una niña que todavía no había tenido la oportunidad de tener grandes preocupaciones que hicieran mella en su lindo rostro. De vez en cuando la miraba disimuladamente y observé que ella también lo hacía. No le di la menor importancia, estaba llegando a la parada donde tenía que apearme, así que me dispuse a ello abandoné mi asiento y salí del bus.
Yo regresaba a mi casa y el camino pasa por una pequeño parque donde a esas horas hay todavía muchos niños jugando. Cuando me di cuenta esa joven estaba a mi lado y se dirigió a mí para preguntarme si me molestaba que camináramos juntas. Por supuesto que no, le dije, y seguimos cruzando el parque una al lado de la otra.
Le pregunté si vivía cerca y solamente me respondió que no. Ella iba a mi lado como perrillo faldero, me miraba y sonreía, sólo eso…no recuerdo que hablara nada ni diera señas de identidad…nada, sólo me acompañaba con una sonrisa en su carita bella y, aunque extraño comportamiento el de esta joven, su compañía era grata, no hablaba, sólo estaba, era su presencia la que resultaba agradable.
Al llegar a la altura de una clínica que hay alrededor del parque se despidió diciendo que tenía que trabajar allí. Ella era inmigrante y no me extrañó porque muchas chicas inmigrantes acompañan a enfermos por las noches aunque me pareció demasiado joven para ese trabajo.
Me quedé pensativa del extraño o poco habitual comportamiento de la joven, nadie tiene un comportamiento semejante, nunca me había pasado una cosa así. Comenté el suceso con un amigo que es también una persona muy especial y sin pensarlo me dijo que había topado con un ángel.
-Los ángeles –me explicó- son seres que dejan su luz y su bondad por donde pasan y tú seguro que necesitabas un ángel que te dejara luminosidad como si de cargar pilas se tratara.
-Qué fantasía tiene mi amigo! Pensé yo…
Ha pasado bastante tiempo de este suceso y, ahora, al pasar de unos cuantos años, me doy cuenta que tenía razón mi amigo. Al poco tiempo mi vida se ensombreció quizás por eso necesitaba un ángel que me llenara de su luz tan sólo con su presencia.
Cada vez que pasaba por el parque tenía la esperanza de volver a verla pero nunca más apareció. Su carita sonriente y su menuda belleza quedaron grabadas en mí y nunca olvidaré esa imagen.
Realmente había conocido a UN ÁNGEL.

María Dolores Velasco

RETAZOS DE UNA VIDA V: "El milagro"




RETAZOS DE UNA VIDA V- “El milagro”

Primavera de 1984…

Suena teléfono…
- ¿dígame?...
Se oye una voz femenina al otro lado del teléfono que pregunta por la señora de la casa…
- Si, soy yo…dígame que desea…
- Hola!, te llamo de parte de Juan Hernández Mora. No me conoces, soy la esposa de Juan, pasados unos años del fallecimiento de su esposa nos hemos casado y ahora vivimos aquí en Madrid donde yo tengo mi trabajo como profesora en un Instituto de Segunda Enseñanza.
- ¡Pero qué me dices!!! ¡Qué alegría, qué gran sorpresa!!!...la emoción me embarga, dime...¿en qué barrio vivís?
El tío Juan vivía a unas cuantas calles de mi casa, andando se tardaba tan sólo unos minutos…Era increíble!!! ¿Estaría soñando?
Habían pasado muchos años, era impensable lo que me estaba pasando…Siempre se ha dicho que “la vida da muchas vueltas” ¿tantas para traer a mi lado al tío Juan? Era maravilloso, era un sueño!!.
Ese mismo día me fui literalmente corriendo para ver el milagro que la vida me regalaba, no me podía creer que dentro de unos minutos iba a poder ver, tocar y oír hablar a mi tío Juan, ahora un anciano de más de ochenta años, que aunque tenía algún que otro achaque propio de la edad y había sufrido un percance circulatorio, en general se le veía bien, estaba como siempre, con humor, ingenio, amoroso…
¡Qué emoción, abrazos mudos, sin poder decir nada…La emoción del anciano era aún más evidente que la mía…Para él significaba mucho poder tener a su lado a “la nena”. Mucho salto en el tiempo era ese. La había dejado de ver con 10 años y ahora la encontraba, por caprichos del destino, hecha toda una mujer, casada y con dos hijas.
Hablamos de todo, casi con prisa para que no se quedara nada por decir, era una sensación de querer resumir tantos años en unas horas. En realidad no había prisa ninguna, tío Juan vivía felizmente a mi lado, lo podía ver tantas veces como quisiera, no salía de mi asombro esto que me ocurría, era realmente un milagro…Si, existen los milagros, no hay duda, no hay duda…
Hablamos de mis estudios musicales como era lógico. Por aquellos momentos estaba proyectando ir en el mes de julio a Salzburgo, al Instituto Orff, cuna de la Pedagogía Musical, para perfeccionarme en esta especialidad. Estaba orgulloso de que esa semillita que se plantó en su casa de Mahón hubiera germinado.
Recordamos aquellos tiempos, el Ateneo y su empeño en que diera “conciertos” ante sus amigos; los juegos, los muebles y objetos tan bellos que tenia en su isla adorada, me llevó a una habitación contigua donde tenía uno de esos muebles tan hermosos, llenos de cajoncitos que tanto me gustaban, que se había traído a Madrid para poder tener algo de sus amadas cosas. Recuerdo que cuando lo vi solo se me ocurrió acariciarlo como si fuera algo vivo, como cuando se acaricia un gatito o un perrito, y es que en realidad era algo muy delicado para mí. Recordamos a la Venus que poco a poco se había ido quedando sin brazos por comerse las uñas…¡Qué tiempos! Qué maravilla, qué felicidad…Reímos, lloramos, bromeamos…
Le visité muchas veces, sola, acompañada con mi madre, con mi esposo y mis hijas. Conoció a toda mi familia y en esa primavera de 1984 fui la mujer más feliz del mundo.
Echaba mucho de menos su isla y sus cosas pero estaba feliz con su nueva esposa, mujer muy culta, mucho más joven que él, hacían una buena pareja. Tío Juan deseaba como niño que llegara el verano y las vacaciones de ella para ir a su adorado Mahón.
Llegó el verano, ellos se marcharon a Menorca, yo a Salzburgo y luego, en agosto nos fuimos mi esposo y yo con las niñas a disfrutar unas semanas de las playas del Mediterráneo.
Era el mes de septiembre. En Madrid se disfrutaba del final del verano con un tiempo maravilloso, se podría asegurar que en vez de ir hacia el otoño estábamos entrando en la primavera, eso daba una sensación optimista y de bienestar. Contaba los días que faltaban para que volvieran de Mahón el tío Juan y su esposa que no debían de tardar mucho en llegar ya que ella empezaría pronto las clases en su instituto. Estaba deseosa de contarle que tal me había ido en Salzburgo, las experiencias, las simpáticas anécdotas que me habían sucedido y que estaba segura de que él las iba a disfrutar porque tenía un gran sentido del humor y algunas eran muy divertidas… Me lo había pasado fenomenal.
Tío Juan volvió, si, volvió, pero nunca más pude ya verle y hablar con él.
En el avión, viajando hacia Madrid sufrió un infarto de miocardio y no lo pudieron salvar, y allí mismo, en el vuelo de Menorca a Madrid, dentro del mismo avión falleció en ser más maravilloso que he tenido la dicha de conocer.
Es imposible traducir en palabras lo que sentí en esos momentos. Es muy difícil expresar los sentimientos, sólo diré que mi tristeza era tan grande que no podía reaccionar ante tal acontecimiento.
Un día soleado, una temperatura agradable y un pequeño manojo de amigos le despedíamos en su última morada aquí, en Madrid, lejos de su Mahón amado, lejos de ese pueblo que le adoraba, que le reconocía como hombre de gran valía, erudito y honorable, lejos de su Ateneo y sus ancianos tertulianos.
A los pocos días, reaccionando, pensé que la vida no había sido injusta conmigo, al contrario, la vida me había regalado el milagro de poder volver a verle, charlar, mostrarle mi afecto antes de que ese ser partiera a otra dimensión donde, estoy segura, allí le espera la auténtica “nena” esa que les había abandonado a los pocos años de nacer y llevaba mucho tiempo esperándole.
A pesar de estas consideraciones tengo que reconocer que en mi vida quedó una nube gris que he ido despejando poco a poco hasta quedar en mi alma una sensación de serenidad cuando pienso en él.
Como no tenía hijos, en su testamento constaba la donación de todos sus enseres tan valiosos, de todas sus pertenencias históricas, todas las cosas, mapas antiguos, objetos de arte, cuadros, muebles, procedentes de su propia casa y de la casa de su padre, toda esa riqueza histórica la donó al Ayuntamiento de Mahón. Al año siguiente de su fallecimiento el Ayuntamiento inauguró un museo en el complejo del Carmen: el MUSEO JOAN HERNÁNDEZ MORA, en la plaza de la Miranda de Mahón.
…Y ahí, en Maó (Mahón), capital de la isla de Menorca, en ese museo quedó atrapada en el tiempo parte de mi infancia.


EPILOGO

Estos Retazos son mi homenaje a un gran hombre, pequeño en estatura pero grande por muchos motivos.
Tío Juan…mi tío Juan, siempre te llevaré en mi corazón porque fuiste la persona que más cosas me dio: volcaste en mí todo el amor que no pudiste dar a tu niña malograda, me transmitiste el amor por las cosas bellas, el gusto por todo lo delicado, siempre entendí tu sentido del humor, humor a veces sarcástico que yo he “heredado” de ti. Tantas y tantas vivencias con un ser tan especial como fuiste tú para mí y para Menorca.
Tu tierra te reconoció como Hombre Ilustre, tus pertenencias, tantas cosas bellas que te rodearon están recogidas en el Museo Joan Hernández Mora que la ciudad de Maó tiene el honor de mostrar a los visitantes.

Hombre ilustre de tu tierra, siempre te llevaré en mi corazón.

María Dolores Velasco




RETAZOS DE UNA VIDA IV: "La partida"




RETAZOS DE UNA VIDA IV- “La partida”

Estaba ante el primer dolor de los muchos que la vida le iba a proporcionar. Había llegado el día en que su familia tenía que partir hacia otro destino por motivos de trabajo de su padre. Habían sido cuatro años de aprendizaje de tantas y tantas cosas, de emociones, gustos, nuevas aficiones, sentimientos puros del amor de aquel matrimonio y su sobrina, de tantas horas felices, alegres, divertidas, de tantos conocimientos culturales, que sólo la idea de tener que partir marcó por primera vez un rictus de dolor profundo en su alma todavía virgen en los avatares penosos de la vida.
No exagero cuando digo que fue una tragedia en la familia del tío Juan, lloraban porque por segunda vez se habían quedado sin “su nena” , con ese destino, ese fatum de las tragedias griegas. Ya no volverían a conversar con la nena, ya no deleitarían sus oídos las interpretaciones al piano, bastante mejoradas, ni tendría el tío Juan que seguir mostrándole a la Venus de Milo como ejemplo de lo que le iba a pasar por morderse las uñas…No tendría a esa personita que le recriminaba por ser tan “tiquis-miquis” con la sopa, las moscas y los pelos…
Los recuerdos agolpados, los sentimientos a flor de piel, una imagen de un barco, otra vez al anochecer, a la tenue luz del muelle, despidiéndose con una profunda herida en el corazón.
Allí están…alejándose de ella, cada vez se les veía más pequeñitos, iban decreciendo…Adiós…adiós, señalaba con su mano desde la barandilla de cubierta del pequeño barco blanco, de maderas nobles, de lámparas de cristal, de escalinatas alfombradas. Yo no le llamaba la atención todo eso, ella llevaba en su mente y en su corazón otras “maderas” de más precio: cuatro años de felicidad, de amor, de cultura, de experiencias únicas…
Mientras veía alejarse a sus seres queridos se le agolpaban en su mente los recuerdos de cuando el tío Juan la llevaba, orgulloso, al Ateneo para presentarla a sus amigos tertulianos como su sobrina y “pianista avanzada”, donde él pretendía que diera un “concierto”, cosa que nunca logró porque la nena era muy tímida para exhibir sus conocimientos y a pesar de que su mamá la sobornaba con la idea de hacerle un vestido muy bello para tan especial evento no había forma de que consintiera. Siempre tuvo muy claro lo que quería o no hacer, no en balde su padre decía de ella que era muy “voluntariosa”, bueno, una forma delicada de decir que tenía la cabeza más dura que las piedras.
La noche, el camarote, dormir en el barco…Ahora ya tenía experiencia y cuatro años más, era toda una señorita, ya no le impactaban esas cosas, teniendo en cuenta que su alma estaba profundamente triste para que se distrajera con el decorado.
El barco seguía su rumbo, esta vez hacia el puerto de Alicante porque el nuevo hogar de esta familia estaba en el sur de España. Unas nuevas gentes, unas costumbres diferentes, era empezar nuevas enseñanzas de la vida, esta vez menos intensas, menos emotivas, pero al fin y al cabo enseñanzas y experiencias que siempre dejan huella en la persona porque las experiencias de la infancia son base fundamental para la formación del ser humano.
Pasan los años, se distancian las gentes hasta que ocurre el milagro…


María Dolores Velasco


RETAZOS DE UNA VIDA III: "Tio Juan"




RETAZOS DE UNA VIDA III: “Tío Juan”

-Tío Juan…por qué no jugamos a ese juego tan bonito? …sí, ese que se llama “Botanicón” y que tiene unos cartoncitos con flores, animales y personas de todas las razas y todas esas cosas que tu me explicas y que me gustan mucho…
-Tío Juan, ¿Por qué tienes siempre miedo de que caigan moscas y pelos en la comida?
-Tío Juan...creo que vas a tener que aprender a comer pelos …
-Tío Juan, me dejas tocar tu piano?...No, no lo voy a estropear ¡si no lo golpeo!…¿ves?... lo toco suavecito, suavecito…¿te gusta como lo toco?...
-Nena, ¡no te muerdas las uñas!...si te sigues mordiendo las uñas te vas a quedar como ella.
“Ella” era una reproducción de la Venus de Milo que tenía en el hall de su casa…La niña se quedaba pensativa delante de la estatua sin brazos meditando si realmente era verdad o el tío Juan estaba exagerando un poco…
Sí, el tío Juan era una de las personas más importantes que había conocido esa pequeña niña, era el referente de la paciencia, de la amabilidad, de la sabiduría, del humor. El ser que sembró las semillas de muchas aficiones y gustos que tendrían un papel muy importante en su vida adulta.
Don Juan era el vecino de la casa contigua a la suya. Era un matrimonio de mediana edad que no tenía hijos y vivía con ellos una sobrina de 17 años que estaba huérfana de padre y madre.
Desde el primer momento que detectaron la presencia de la niña se volvieron locos de alegría, posiblemente, porque ellos habían tenido una niña que falleció hacía algún tiempo y que sería de su misma edad.
Había llegado a sus vidas una ráfaga de aire fresco que le proporcionaba la presencia de su vecinita de 6 años, charlatana, curiosa de saber todo lo que había en su bellísima casa, llena de objetos preciosos y cuadros que ella nunca había visto: grabados antiguos de escenas de la vida balear, sus bailes, sus trajes regionales…Era un mundo nuevo aquella casa y estas personas pasaron del gran aburrimiento a tener una luz en sus vidas y siempre que era posible acaparaban a la “nena”, como ellos la llamaban, para que les contara cosas con su acentito peninsular que tanta gracia les hacía al oírla hablar.
Él era “su tío Juan” porque la sobrina auténtica le llamaba “tío” y entonces ella también…así que quedó adoptada como sobrina por los siglos de los siglos, era un pacto “forever”.
Menorca había sido durante la guerra civil zona republicana y al terminar la guerra con la victoria del General Franco, los lugares que habían sido republicanos fueron duramente castigados, de tal forma que sin haber tenido ningún delito, en prevención, las personas que tenían un cargo oficial, como era el caso de Don Juan que era catedrático, los depuraron y no podían ejercer su trabajo. El era un hombre muy preparado, era un erudito, un exquisito del saber, que para poder subsistir se tuvo que dedicar a dar clases particulares en su casa a niños, adultos y a todo lo que se le pusiera por delante.
En ocasiones la niña presenciaba sus clases porque él la llevaba para que fuera familiarizándose con todo lo que enseñaba a sus alumnos, de tal forma que desde su más tierna infancia ya escuchaba como daba clases de latín , de historia, geografía…Era un deleite oírle explicar las guerra púnicas, la niña le escuchaba atentamente porque para ella era como un cuento de aventuras maravilloso por la forma tan perfecta de contarla, no olvidemos que poseía un gran sentido del humor que hacía que sus historias fueran muy atractivas.
Don Juan pertenecía a una familia muy culta, su padre fue un gran arqueólogo, también él; poseían muy bellos muebles, objetos valiosos, bellísimos, que la niña admiraba y quedarían estas cosas dentro de su retina para siempre. Sin darse cuenta estaba adquiriendo un gusto personal que prevalecería a lo largo de su vida. Muebles de finas maderas con muchos cajoncitos eran sus preferidos, le encantaba abrirlos cuidadosamente, sólo por el placer de abrir y cerrar esos bellos cajones donde apenas había nada dentro.
Una escribanía de plata que tenía en su mesa de despacho, con tinta y una pluma de las de verdad…si, una pluma de ave…eso era ya el deleite total!
Era un mundo fascinante para una niña que desde sus 6 años tuvo la oportunidad de vivir entre cosas bellas.
Su vida se centraba en el colegio, algunos ratos en su propia casa y el resto en casa de su tío Juan donde encontraba mucho cariño, muchos mimos y ellos sentían que sus vidas se dulcificaban con la presencia de la nena.
La niña empezó a tener gran afición a la música y ellos le pasaron el piano a su casa para que un amigo, que era un buen músico y daba clases también para poder subsistir, le enseñara música para poder tocar el piano.
Al año siguiente ya tocaba piezas facilitas y tanto en su familia como su tío Juan estaban muy contentos y felices de ver que esa personita les deleitaba ya con sus piececitas musicales.
Una vida increíblemente agradable, una existencia feliz, plena, que “la nena” nunca olvidaría.

Maria Dolores Velasco

RETAZOS DE UNA VIDA II: La ciudad"


RETAZOS DE UNA VIDA II: “La ciudad”

Nadie en la familia podía sospechar lo que la ciudad de Mahón iba a significar en sus vidas.
En principio una situación doméstica muy diferente, una casa confortable que el padre había preparado antes de la llegada de su mujer y sus hijos. Un trato muy especial con sus gentes, personas amables y acogedoras. Una ciudad donde no había inseguridad ciudadana de ningún tipo. Hoy día parece casi increíble que las casas no estuvieran cerradas con llave durante el día, y sólo había un pestillo que se podía abrir desde fuera. Si alguien quería entrar, sólo debía abrir la puerta y desde la propia entrada decir el saludo amable y delicado establecido: simplemente decir “Buenaaass….?” Con ese dejillo isleño y eso significaba que alguien les visitaba, acudían a la entrada y le daban la bienvenida.
Tener la puerta cerrada con llave significaba que no eran personas de buena ley los que allí vivían, así que la familia decidió hacer lo mismo, aunque en honor a la verdad al principio se les hizo muy difícil acomodarse a esta costumbre ya que venían acostumbrados de Madrid, ciudad muy insegura en robos por la situación desesperada de la falta de casi todo que hacía que los ciudadanos, no sólo cerraran sus casas a cal y canto, sino que no se fiaban ni de su propia sombra.
Nuestra protagonista disfrutaba con estas cosas y eso de entrar y decir “Buenaaasss..? le divertía, era feliz con pequeñas cosas como estos detalles agradables.
Otro detalle agradable y divertido era el saludo que cualquier persona que se cruzara por la calle en la noche. Era costumbre saludar con un amable “Bona nit tengui…” (tengan buenas noches), quizás con el mismo dejillo, como señal de personas de bien.
El colegio, las compañeras, las profesoras todos eran gente encantadora y ella se sentía muy relajada y contenta. Su carácter era alegre y la vida en Mahón le fue moldeando su carácter de tal forma que yo diría sentó las bases de una forma de ser que perduraría toda su vida de adulta.
Le agradaba enormemente el hecho de que en las islas se hablaba un idioma diferente, parecido al catalán y que ella a lo largo de los cuatro años que vivieron en Mahón fue aprendiendo de una forma natural y que, a pesar de que en aquellos años estaba absolutamente prohibido hablar otro idioma que no fuera el castellano, los menorquines hablaban su idioma sin el menor reparo, quizás porque al estar en una isla el gobierno no le daba tanta importancia, “eran cosas de unos cuantos”…pensarían. No se reconocía lenguas como tales, los hacía llamar “dialectos”.
El mar…ese gran desconocido para la niña que hasta ahora no lo había visto nunca. Disfrutaba con su mamá en las playas, esas bellísimas calas donde el agua es limpia y pura, lugares recoletos donde podía retozar a gusto. Paseos en barca por el bello puerto natural, le fascinaban esas actividades todo era nuevo para ella.

-Mamá, mamá!!, me han dicho en el colegio que mañana nos vamos de excursión, me tienes que preparar la comida esta noche…
Tortilla de patatas, filete empanado, fruta y algún rosquito que mi mamá preparaba porque ella era golosa y la cantimplora llena de agua fresca era el consabido menú de toda excursión que se preciara.
Alegría, nerviosismo al subir al autobús que llevaría a las niñas al lugar elegido. Risas, charloteos, cantos regionales, canciones infantiles…

“Al Sol le llaman Lorenzo
y a la Luna Catalina.
Cuando Lorenzo se acuesta
Catalina se levanta…”

…y tantas otras canciones tan simples como esta pero que siempre se recordarán como entrañables.

Llegan al lugar elegido. Es un paraje impresionante. Hay como un silencio de eternidades y un momento sublime al contemplar los monumentos megalíticos que tanto proliferan por la isla: La Naveta de Tudons, la Taula de Trepucó o los famosos Talayots que quedaron como testigos de civilizaciones primitivas. A su corta edad era consciente del momento. Nunca había visto nada semejante. Eso si que era un lujo de excursiones, ya nada le impresionaría después de haber visto, jugado y vivido un día alrededor de esos lugares que la isla le regalaba. ¿Dónde iba a volver a tener una experiencia así? Nunca más…nunca más la tuvo. Vería en su vida muchas cosas, podría conocer lugares muy bellos pero poder jugar alrededor de monumentos construidos por hombres primitivos…eso ya no sería posible nunca más.

Una ciudad agradable, un hogar feliz, un colegio acogedor, el mar como elemento de muchas sensaciones nuevas y para colmo de dichas su padre le trajo una perrita muy linda que era como el broche de oro de lo que a sus años entendía lo que era ser feliz. Todo eso hizo que la niña creciera en un ambiente propicio para que nunca en la vida se le pudiera olvidar esa islita bella en medio del Mediterráneo llamada Menorca.

María Dolores Velasco

RETAZOS DE UNA VIDA I: "El viaje"


RETAZOS DE UNA VIDA

I - “El viaje”

Caía el atardecer y la noche invadía el puerto. El horizonte, todavía un poco rosado, estaba agonizante y su reflejo en el mar se desvanecía por momentos.
La niña estaba feliz y nerviosa porque le esperaba una nueva sensación en su corta vida: Iba a embarcar en un ferry que le llevaría desde el puerto de Barcelona a una de las islas Baleares, Menorca. La travesía duraba 12 horas y se hacía durante la noche porque así los pasajeros mientras tanto dormían.
La idea de dormir en un barco, en una cama, como en casa, le atraía enormemente y sentía que a sus 6 años le iba a ser muy difícil conciliar el sueño porque la excitación de todo lo que veía era demasiado para su corta edad.
En aquellos tiempos de la posguerra los barcos, por pequeños que fueran, tenían un sabor muy especial. Escalinatas de madera barnizada y alfombrada que desembocaban en un salón redondo, alfombrado también y al frente un piano daba la bienvenida a los pasajeros. Las lámparas de cristal del comedor le daban un aspecto muy señorial, servían la cena camareros con guantes blancos…toda una experiencia para una niña que su mundo había sido su casa y la escuela, sin lujos ninguno porque en España no había lugar para ello. Era una época gris donde no había casi de nada, pero la imaginación y la creatividad natural de los niños sustituía la carencia de medios y se inventaban juguetes con cualquier cosa.
No era un viaje por placer, muy pocos se podían permitir esos placeres. La familia se trasladaba a Mahón, capital de Menorca, por motivos de trabajo del padre. Toda una experiencia trasladarse de un Madrid difícil, castigado por la guerra, a un paraíso como ella pensaba que era Mahón. Risas nerviosas, preguntas miles, ver, tocar, experimentar, charlar como cotorra hasta con el capitán del barco…¡Qué experiencia! nunca olvidaría esos felices momentos. El barco zarpó y cuando había pasado apenas una hora el mar empezó a ondularse más de lo debido y su cabecita notó que todo le daba vueltas a su alrededor por lo que su madre la trasladó al camarote para descansar y dormir.
Amanece… es muy temprano todavía pero el despertar de la niña fue otro motivo de felicidad. El barco entraba lentamente en el puerto de Mahón, bellísimo puerto natural. Su madre le avisa de que estaban llegando y en un salto se encarama de pie en la cama para ver desde la claraboya del camarote, con su pijamita puesto todavía, la magnífica panorámica del bello puerto. El mar como espejo de plata, brillante con la luz de la mañana y el Sol divisándose por el horizonte.
La imagen de lo que vieron los ojos de la niña quedó fijada en su mente para siempre, fascinada no quería moverse de la ventana redonda del camarote a pesar de los ruegos de su madre para ayudarla a vestirse y prepararse para el desembarco.
Mahón les daba la bienvenida…Mahón le tenía preparado una vida nueva, una vida que jamás olvidaría esa pequeña niña rubia, de ojos verdes oliva y piel muy blanca…

Maria Dolores Velasco