domingo, 25 de septiembre de 2011

RETAZOS DE UNA VIDA I: "El viaje"


RETAZOS DE UNA VIDA

I - “El viaje”

Caía el atardecer y la noche invadía el puerto. El horizonte, todavía un poco rosado, estaba agonizante y su reflejo en el mar se desvanecía por momentos.
La niña estaba feliz y nerviosa porque le esperaba una nueva sensación en su corta vida: Iba a embarcar en un ferry que le llevaría desde el puerto de Barcelona a una de las islas Baleares, Menorca. La travesía duraba 12 horas y se hacía durante la noche porque así los pasajeros mientras tanto dormían.
La idea de dormir en un barco, en una cama, como en casa, le atraía enormemente y sentía que a sus 6 años le iba a ser muy difícil conciliar el sueño porque la excitación de todo lo que veía era demasiado para su corta edad.
En aquellos tiempos de la posguerra los barcos, por pequeños que fueran, tenían un sabor muy especial. Escalinatas de madera barnizada y alfombrada que desembocaban en un salón redondo, alfombrado también y al frente un piano daba la bienvenida a los pasajeros. Las lámparas de cristal del comedor le daban un aspecto muy señorial, servían la cena camareros con guantes blancos…toda una experiencia para una niña que su mundo había sido su casa y la escuela, sin lujos ninguno porque en España no había lugar para ello. Era una época gris donde no había casi de nada, pero la imaginación y la creatividad natural de los niños sustituía la carencia de medios y se inventaban juguetes con cualquier cosa.
No era un viaje por placer, muy pocos se podían permitir esos placeres. La familia se trasladaba a Mahón, capital de Menorca, por motivos de trabajo del padre. Toda una experiencia trasladarse de un Madrid difícil, castigado por la guerra, a un paraíso como ella pensaba que era Mahón. Risas nerviosas, preguntas miles, ver, tocar, experimentar, charlar como cotorra hasta con el capitán del barco…¡Qué experiencia! nunca olvidaría esos felices momentos. El barco zarpó y cuando había pasado apenas una hora el mar empezó a ondularse más de lo debido y su cabecita notó que todo le daba vueltas a su alrededor por lo que su madre la trasladó al camarote para descansar y dormir.
Amanece… es muy temprano todavía pero el despertar de la niña fue otro motivo de felicidad. El barco entraba lentamente en el puerto de Mahón, bellísimo puerto natural. Su madre le avisa de que estaban llegando y en un salto se encarama de pie en la cama para ver desde la claraboya del camarote, con su pijamita puesto todavía, la magnífica panorámica del bello puerto. El mar como espejo de plata, brillante con la luz de la mañana y el Sol divisándose por el horizonte.
La imagen de lo que vieron los ojos de la niña quedó fijada en su mente para siempre, fascinada no quería moverse de la ventana redonda del camarote a pesar de los ruegos de su madre para ayudarla a vestirse y prepararse para el desembarco.
Mahón les daba la bienvenida…Mahón le tenía preparado una vida nueva, una vida que jamás olvidaría esa pequeña niña rubia, de ojos verdes oliva y piel muy blanca…

Maria Dolores Velasco

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como un sueño vivir esta gran aventura para una niña pequeña en aquellos tiempos.
Un placer saber algo más de ti.
Besos María Dolores.