domingo, 25 de septiembre de 2011

RETAZOS DE UNA VIDA III: "Tio Juan"




RETAZOS DE UNA VIDA III: “Tío Juan”

-Tío Juan…por qué no jugamos a ese juego tan bonito? …sí, ese que se llama “Botanicón” y que tiene unos cartoncitos con flores, animales y personas de todas las razas y todas esas cosas que tu me explicas y que me gustan mucho…
-Tío Juan, ¿Por qué tienes siempre miedo de que caigan moscas y pelos en la comida?
-Tío Juan...creo que vas a tener que aprender a comer pelos …
-Tío Juan, me dejas tocar tu piano?...No, no lo voy a estropear ¡si no lo golpeo!…¿ves?... lo toco suavecito, suavecito…¿te gusta como lo toco?...
-Nena, ¡no te muerdas las uñas!...si te sigues mordiendo las uñas te vas a quedar como ella.
“Ella” era una reproducción de la Venus de Milo que tenía en el hall de su casa…La niña se quedaba pensativa delante de la estatua sin brazos meditando si realmente era verdad o el tío Juan estaba exagerando un poco…
Sí, el tío Juan era una de las personas más importantes que había conocido esa pequeña niña, era el referente de la paciencia, de la amabilidad, de la sabiduría, del humor. El ser que sembró las semillas de muchas aficiones y gustos que tendrían un papel muy importante en su vida adulta.
Don Juan era el vecino de la casa contigua a la suya. Era un matrimonio de mediana edad que no tenía hijos y vivía con ellos una sobrina de 17 años que estaba huérfana de padre y madre.
Desde el primer momento que detectaron la presencia de la niña se volvieron locos de alegría, posiblemente, porque ellos habían tenido una niña que falleció hacía algún tiempo y que sería de su misma edad.
Había llegado a sus vidas una ráfaga de aire fresco que le proporcionaba la presencia de su vecinita de 6 años, charlatana, curiosa de saber todo lo que había en su bellísima casa, llena de objetos preciosos y cuadros que ella nunca había visto: grabados antiguos de escenas de la vida balear, sus bailes, sus trajes regionales…Era un mundo nuevo aquella casa y estas personas pasaron del gran aburrimiento a tener una luz en sus vidas y siempre que era posible acaparaban a la “nena”, como ellos la llamaban, para que les contara cosas con su acentito peninsular que tanta gracia les hacía al oírla hablar.
Él era “su tío Juan” porque la sobrina auténtica le llamaba “tío” y entonces ella también…así que quedó adoptada como sobrina por los siglos de los siglos, era un pacto “forever”.
Menorca había sido durante la guerra civil zona republicana y al terminar la guerra con la victoria del General Franco, los lugares que habían sido republicanos fueron duramente castigados, de tal forma que sin haber tenido ningún delito, en prevención, las personas que tenían un cargo oficial, como era el caso de Don Juan que era catedrático, los depuraron y no podían ejercer su trabajo. El era un hombre muy preparado, era un erudito, un exquisito del saber, que para poder subsistir se tuvo que dedicar a dar clases particulares en su casa a niños, adultos y a todo lo que se le pusiera por delante.
En ocasiones la niña presenciaba sus clases porque él la llevaba para que fuera familiarizándose con todo lo que enseñaba a sus alumnos, de tal forma que desde su más tierna infancia ya escuchaba como daba clases de latín , de historia, geografía…Era un deleite oírle explicar las guerra púnicas, la niña le escuchaba atentamente porque para ella era como un cuento de aventuras maravilloso por la forma tan perfecta de contarla, no olvidemos que poseía un gran sentido del humor que hacía que sus historias fueran muy atractivas.
Don Juan pertenecía a una familia muy culta, su padre fue un gran arqueólogo, también él; poseían muy bellos muebles, objetos valiosos, bellísimos, que la niña admiraba y quedarían estas cosas dentro de su retina para siempre. Sin darse cuenta estaba adquiriendo un gusto personal que prevalecería a lo largo de su vida. Muebles de finas maderas con muchos cajoncitos eran sus preferidos, le encantaba abrirlos cuidadosamente, sólo por el placer de abrir y cerrar esos bellos cajones donde apenas había nada dentro.
Una escribanía de plata que tenía en su mesa de despacho, con tinta y una pluma de las de verdad…si, una pluma de ave…eso era ya el deleite total!
Era un mundo fascinante para una niña que desde sus 6 años tuvo la oportunidad de vivir entre cosas bellas.
Su vida se centraba en el colegio, algunos ratos en su propia casa y el resto en casa de su tío Juan donde encontraba mucho cariño, muchos mimos y ellos sentían que sus vidas se dulcificaban con la presencia de la nena.
La niña empezó a tener gran afición a la música y ellos le pasaron el piano a su casa para que un amigo, que era un buen músico y daba clases también para poder subsistir, le enseñara música para poder tocar el piano.
Al año siguiente ya tocaba piezas facilitas y tanto en su familia como su tío Juan estaban muy contentos y felices de ver que esa personita les deleitaba ya con sus piececitas musicales.
Una vida increíblemente agradable, una existencia feliz, plena, que “la nena” nunca olvidaría.

Maria Dolores Velasco

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